Londres, 3 ago (EFE).- La británica Jessica Ennis, campeona mundial de heptatlon en 2009 y ausente por lesión en los Juegos de Pekín 2008, se erigió en protagonista de la primera sesión del atletismo en los Juegos, que congregó, probablemente en su honor, a 80.000 espectadores en las gradas del estadio de Stratford.
Ennis enardeció al público ya en la primera disciplina, los 100 metros vallas, con la mejor marca (12.54) registrada en un heptatlon, curiosamente la misma que en los Juegos de Pekín 2008 dio el título individual a la estadounidense Dawn Harper.
Su compatriota David Greene, campeón mundial de 400 metros vallas, no salía de su asombro. «He tenido que arrimarme más al marcador para comprobar ese tiempo», comentó.
La primera jornada de atletismo ofreció la insólita imagen de un estadio repleto, a las diez de la mañana, de espectadores mayoritariamente británicos, a juzgar por las exclamaciones de entusiasmo con que festejaban cada actuación de sus atletas.
El ambiente impresionó, incluso, a atletas cuya actuación distó de ser aceptable en el plano estrictamente deportivo. El lanzador de peso español Borja Vivas, eliminado en la ronda de calificación con un pobre registro de 18,88, aseguró que había sido «uno de los días más felices» de su vida.
Ni siquiera la lluvia, que ocasionó una desbandada general en la tribuna de prensa, sofocó el entusiasmo de los aficionados, que sólo abandonaron el estadio cuando las atletas del heptatlon concluyeron la prueba de salto de altura.
El puertorriqueño Javier Culson, primer favorito en 400 metros vallas, empleó las energías estrictamente necesarias para imponerse en la cuarta serie con un tiempo de 48.33, cinco minutos después de que David Greene, su principal adversario, ganara la tercera con 48.98.
El atletismo británico vivió otro momento feliz con la carrera de Christine Ohuruogu, actual campeona olímpica de 400, que se clasificó con una marca de 50.88, batiéndose en la recta con la estadounidense Francena McCorory por una victoria anecdótica porque pasaban las tres mejores, y la tercera estaba un segundo por detrás.
Mientras en la jaula metálica los lanzadores de martillo se afanaban por ganarse un puesto en la final, llegó la noticia de que su colega Iván Tykhon, triple campeón mundial, había sido «cazado» por la Federación Internacional gracias al reanálisis de la muestra de orina depositada por el bielorruso en el control de dopaje ¡de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004!
Tykhon perderá, por tanto, la medalla de plata que consiguió entonces. Un episodio que estimula a proseguir la batalla contra el dopaje y lanza una seria advertencia a los tramposos, que con las nuevas técnicas de análisis y el almacenamiento de las muestras pueden ser desenmascarados aun cuando hayan pasado ocho años desde su infracción.
El lanzador bielorruso, de 36 años, formaba parte del equipo olímpico que iba a competir en Londres, había pasado sin problemas los controles de dopaje previos y se encontraba en la Villa Olímpica junto a sus compañeros. EFE